Sobrevolamos los tres mil kilómetros de verde que separan Manaus de Sao Paulo. Sin haber sintonizado aún las coordenadas anímicas de Brasil. Sólo me he asomado, no he podido ver más. Dice el autor de este blog que la verdad está en los primeros segundos de las cosas. En las primeras impresiones que inaguran una habitación propia en el cerebro por sorpresa, impresiones que no están condicionadas por toda esa colmena de miles de neuronas durmientes de la experiencia, que se despiertan alborotadas ante el ruido emocional de la llegada, y se ponen a mirar y hablar como un auditorio ruidoso influyente.
Hay unos milisegundos de pureza donde lo nuevo hace clic y encaja en nuestra estructura. Luego el todo ya no nos deja ver con claridad esa parte aislada, ya se ha bañado de todos nosotros como un ingrediente desperdigado en una mezcla, ahora ya sólo podemos olerlo a tientas, no verlo.
El cerebro es mucho más rápido y sensorial de lo que se piensa, mucho más escáner que computadora. Pero es un procesador cinestésico, sin lindes entre los números y la música, sin tupperwares para los olores y las palabras, con estado gaseoso para los miedos volubles y el placer que todo lo impregna. Así una suerte de lavadora y computador mezclados.
Brasil se me aparece mucho más europeo que toda Latinoamérica, y a la vez más exótico que Argentina. Huele a resumen del mundo, con todos esos blancos que viven en urbes tropicales a espaldas de chozas y crimen despiadado. Un occidente isla en medio de selva, tercermundismo y oscuridad. O un continente selva moteado de exquisita modernidad y supervivencia a quemarropa. Un extenso verde desigual.
Si dicen que hay dos españas, no sé cuántos brasiles puede haber. Sao Paulo ya es un país, con 20 millones de habitantes o 3 Holandas en sólo su metrópolis, y 40 en su estado o 1 España. La costa que va de Natal a Salvador de Bahía puede ser otra forma llamada brasil. Río, el Amazonas, el Matogrosso... son hechos para cambiar el nombre del país a Brasiles, y hasta ponerle color a cada uno de ellos.
Me esperan 3 días en Amazonas. Como ya dije, un sueño cumplido. Ir a la mayor fuente de naturaleza del planeta, a aquella que se extiende horas y días en un Mapamundi, rebosada de animales y tribus primigenias, la selva de las selvas, el reservorio de vida del planeta, la fuente de vida del mundo, es toda una fortuna. Uno se imagina que al surcar los ríos se enciende una música celestial de Morricone a la altura del espectáculo, y uno debe aprender a meditar en esa experiencia, a destilar en alambique, a sacar lo más puro de uno, a miles de años luz de cualquier comentario de turista yankee mascando chicle, seré capaz de tirar al río cualquier subnormal yankee -o italiano- que pervierta con su imbecilidad esa melodía sensorial divina, valdría la pena ir a cuartelillos por estos ajustes de cuentas en pos de la vía mística.
Pues eso, próxima parada: Manaus.
domingo, 15 de febrero de 2009
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2 comentarios:
Pues ya podíamos estar ahí los excursionistas!! Sobrevolando ese resumen del mundo en arco iris, con todo nuestro ser vibrando en esos primeros instantes de la verdad...
Un abrazo, amigo!
Esos países tan inabarcables me dan como miedo, pre-frustración... Una ciudad de 20 millones de habitantes!! Coño!
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