Con las palabras de Carmen, dan ganas de tirarse como los saltadores de acantilados mejicanos, en salto en picado al vacío del agua, hacia un gozne del Sentido, buscando el mayor clavado gimnástico que haga enhiesto el sentido de todo.
Quizá esto intrépido, es lo que me compensa el sudar, la asunción del cayado, el frenesí del pionero, puede ser.
Y cuando uno va en busca del punto común del universo, la pregunta última, nunca la clava y se le escurre como pez ene veces.
Me imagino a la verdad a veces, como una piel sin ojos ni boca, pero con rostro, una piel con formas, un amago de lo humano, corpóreo y a la vez despersonal, una piel viva que se mueve y habla a su manera de piel, tan opaca como la dermis y con tan pocas pistas, pero tan humana y sensible por contra.
Una piel sin manos que hagan, la verdad se toca, se siente, se intuye, nos envuelve, una verdad-piel. Es como una membrana, que cambia por la transpiración entre el adentro y el afuera. Es en fin, como la piel de debajo de los ojos, que nunca será vista tal como es, pero siempre estará tan cerca de la fuente de visión.
Hay que olvidarse de la verdad a menudo y a la vez no olvidarla nunca. La verdad taxidermiza las cosas y es tóxica en dosis metafísicas. La vida es una vasta galaxia de cotidianedades ajenas a lo esencial, que sólo se asoma de éxito en fracaso, cuando nos doblan.
Pero un frasco, de esa intensidad de saltador al vacío, hay que llevarlo siempre, por lo que pueda pasar esta tarde, un comodín ontológico para cualquier crisis o triunfo aplacavida.
La alquimia auténtica es saber gotear ese frasco en la galaxia de la rutina, teñir de poesía el máximo posible de días.
La verdad cotidiana es la lucidez. Unas gotas de esa intensidad, perspicacia, hambre de conocimiento-aventura, deseo de espectáculo... bastan, para mutar el mundo, y hacerlo bello.
Después sólo hay que abrir la boca y soltar esas palabras, poesíA
sábado, 28 de febrero de 2009
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2 comentarios:
La verdad es piel!( lo había pensado antes alguien?)
PIEL más que pensamiento .
Piel que nos envuelve, que se siente y se consiente,
piel que se encuentra y se despista con nosotros.
Piel que nos escuece, piel que duele.Piel que nos hace cosquillas en estos momentos,
en nuestros momentos...
La verdad con todas las letras, la verdad con mayúsculas es fín.
Y qué bien! Qué bien que sea fín.
Mientras tanto, hay monte por delante,y hasta desfiladros que tientan a saltar primero a él...
Y ahora,amigos, a mirar la luna menguante,
o creciente.
Hermano Rafael de Leyre me escribe:" Algún lastre pesa todavía en tu mochila. Piensa en desprenderte de él para mirar a la verdad con esos ojos verdes cristalinos, sin sombras, sin miedos. Entonces aparecerá la verdad como un nueva resurrección, en el monte...."
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