Si son malos tiempos para la lírica son tiempos aún peores para la mística. Esta dimensión es una rara avis en la vida de los humanos y en la historia. Un rincón que todos sabemos que existe pero que parece quedará virgen y a estrenar incluso ya en el cementerio. Puede llegar a ser claro que el místico nace, y el que no, se contenta con los éxtasis ocasionales.
Los subidones que provocan episodios ocasionales de nuestras vidas, son ascensiones sí a ese ático elevado, con su consiguiente bajada por las escaleras a nuestro rellano habitual. Éxtasis sin forma y ojos, una ola positiva que endulza lo rutinario, y ya.
¿Sabes qué es la mística? Ahh, Santa Teresa, Fray Luis no? Bueno, Eckhart también.
Ha quedado en el recuerdo como si fuera una corriente arquitectónica, ah sí, el románico, el gótico.
Y la mística no es un dimensión histórica sino humana. Mucha gente no relaciona el nirvana budista o el despertar de la kundalini yóguico, ni mucho menos el peyote o los Misterios de Eleusis de la Grecia clásica, con el fenómeno añejo de la mística. Pues todas son maneras con el ascetismo y rigurosidad necesarias, de intentar acabar en un trance para nada mundano, que raya lo médico.
Mística como ética, física, lírica, proviene directamente de una sola realidad, Misterio. Una etimología y palabra encantadora que versa sobre la nebulosa y las posibilidades de lo misterioso. Siendo carne de esoterismo de Corte Inglés, la mística les es esquiva a los gurús de la autoayuda, porque estamos hablando de palabras mayores.
Se refiere a lo misterioso en su calado más profundo, aquel que sólo puede estar muy lejos, tras una larga travesía llena de entrega en pro del conocer. Por eso, el excursionista de la verdad (aletheia) llega cansado a esa no-cima donde le descubre un torrente de sabiduría sensorial, y fatigado yace en ella un buen rato, ablandados sus sentidos por el esfuerzo y aún más transidos de ese estallar de todo lo acumulado en la contemplación. Exhala, aliviado y feliz.
Aquello que ve, siente y comprende, en una brillante caligrafía del cosmos, hierve sólo de su cerebro, de toda aquella bodega selecta acumulada de saber y sensibilidad, acolchada por el afecto de los cercanos. Y los ojos son una aguja certera que enhebra el sentido del mundo en todo lugar, resume los entes súbitamente como una calculadora de lo esencial, y hay un automatismo de lo bello por doquier. Cuando se puede ver el esqueleto hecho de joyas, de algo tan grande como un mundo, los ojos son borrachos de felicidad y uno ya ha visitado aquello ideado como cielo.
miércoles, 14 de enero de 2009
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5 comentarios:
Ayer comí con un benedictino , de Leyre, que me hizo sentir profundo la lírica de la filiación divina. No tengo palabras.
Adentrarse en el misterio poco a poco como excursionista de la verdad.Otra imagen luminosa! De ahí que me gusta diferenciar el placer, que es muy agradable, con el gozo que es más indefinible y que tiene que ver, creo yo, con esos momentos de suspiro... Gracias de nuevo, Jordi.
Me he acordado irremediablemente de Bush diciendo que es espiritual pero no místico porque no oye voces...
A mí me da alergia ese misticismo de todo a cien que tanto se lleva, esos que creen en el reiki, en el chi y en los chacras de las narices, esos que te encuentras en la India, casi levitando a dos palmos del suelo cuando aquí no creen ni en la madre que los parió...
Pero el misticismo como misterio me gusta, y lo busco en dosis razonables cuando escribo y lo encuentro en dosis menos razonables cuando vivo.
El último párrafo es tan hermoso como certero.
Pero nos haces pensar tanto...
Carmen, el placer, lo básico satisfecho y vibrado, siempre es un sofá agradable donde pasar la vida, hasta una tumbona.
El gozo, la satisfacción intelectual, tiene más de ponerse de pie, contemplar, afirmarse, sublimar, en una postura menos cómoda.
Cada cual la vive más hacia un polo u otro, no dejan de ser meras posturas, pero algunos están hechos con un molde y los demás con el otro. Yo por suerte o por desgarcia no sé tumbarme.
Y el mundo tumbado puede que tenga menos esperanza de supervivencia.
(Que conste que yo muy teísta no soy, místico sí, lo intento :) Abrazo
Bárbara, es muy bushiano o memo, eso tan de nuestros tiempos de afirmar: - Es que yo soy muy espiritual.
Dime de que te pavoneas, que te diré lo que te quieres limpiar.
Reiki y tarotss aparte, tengo respeto por la sabiduría e intuición histórica orientales, pese a que su ex-plicación está tan mal traducida, en un lenguaje occidental no adaptado (aire-fuego-agua, calor-húmedo... parecen tratados hechos para niños).
Me gusta que te guste la mística como misterio y que lo huelas y lo busques en tus escritos, se nota ese aroma.
Gracias por lo del último párrafo, y será que mañana toca hacer de reír, ya verás. (Sabes qué hace un filósofo que a la vez es psicólogo...? buff, pues eso :)
Yo me debato, Jordi, pero me ayudaís a creer , aun sin saberlo, todos los que me acompañaís, aunque sea por un momento,en esa excursión hacia la verdad.
Qué bonitos recuerdos tengo , por cierto, de mis excursiones juveniles al monte...
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