Estudiar medicina a los 35 años es algo que prácticamente nadie hace, entre otras cosas porque planteárselo tiene algo de faraónico. Ocurre con todos los planteamientos que intentan acometer conductas de otros tiempos. Y es que hay un paralelismo con las plantas, con el timing de ser tallo primero, luego hojas y flores después.
Pero en los humanos el guión tiene mucho que ver con el brío. En la adolescencia hay una benévola impulsividad, una imprudencia de los tiempos que no entiende de perezas a la hora de cosas como cambiar el hipotético mundo. Es la fase heroica de la vida, donde llueven planes y tortas a pares. Eres tallo y como tal eres brío.
Parece que cuando te vas formando hoja, tus superpoderes ahora son diferentes. Te vuelves selectivo en horizontes, lento y meditado en proyectos faraónicos, atado por contratos firmados que antes no eran de papel. El brío, se ha secado.
Tu vida sigue en juego, pero ahora tocaría desandar caminos, antes era inagurarlos e irte, ahora primero hay que especular sobre un coste, el de darle al Supr un buen rato y empezar de cero con el brío ya gastado. Aparte de estar más gordos, nuestros movimientos pesan más. El tallo ya parece hecho y robusto.
Y también es tiempo de estas diatribas en el muro de las lamentaciones de lo ido. En la adolescencia a lo sumo escribíamos sonriendo sobre la feliz infancia. Pasados ritos iniciáticos, pecados originales, y burdas facultades, crecer empezó a doler. Y luego lo de ahora, que lo difícil no es abrirse camino sino mantenerse y blablabla, esperemos que nuestro tercer disco sea bueno.
Esperemos que el paso de hoja a capullo en flor sea como en los vegetales lo más llamativo, y que todo este bregar tenga un sentido con la fase frutos.
Y después a fenecer se ha dicho!
Pero en los humanos el guión tiene mucho que ver con el brío. En la adolescencia hay una benévola impulsividad, una imprudencia de los tiempos que no entiende de perezas a la hora de cosas como cambiar el hipotético mundo. Es la fase heroica de la vida, donde llueven planes y tortas a pares. Eres tallo y como tal eres brío.
Parece que cuando te vas formando hoja, tus superpoderes ahora son diferentes. Te vuelves selectivo en horizontes, lento y meditado en proyectos faraónicos, atado por contratos firmados que antes no eran de papel. El brío, se ha secado.
Tu vida sigue en juego, pero ahora tocaría desandar caminos, antes era inagurarlos e irte, ahora primero hay que especular sobre un coste, el de darle al Supr un buen rato y empezar de cero con el brío ya gastado. Aparte de estar más gordos, nuestros movimientos pesan más. El tallo ya parece hecho y robusto.
Y también es tiempo de estas diatribas en el muro de las lamentaciones de lo ido. En la adolescencia a lo sumo escribíamos sonriendo sobre la feliz infancia. Pasados ritos iniciáticos, pecados originales, y burdas facultades, crecer empezó a doler. Y luego lo de ahora, que lo difícil no es abrirse camino sino mantenerse y blablabla, esperemos que nuestro tercer disco sea bueno.
Esperemos que el paso de hoja a capullo en flor sea como en los vegetales lo más llamativo, y que todo este bregar tenga un sentido con la fase frutos.
Y después a fenecer se ha dicho!
2 comentarios:
Este es el típico post que no da opción a comentario, es redondo.
Y aunque no te gusten los peloteos a mi me parece PERFECTO, me encanta releerlo.
Un besazo
Pues en medio del brío de la fiesta sanferminera, yo te digo que el brío va y viene, no se ha ido a los 28 ni en broma.
Lo que pasa es que los treinta ,chico, son los años más serios...
Para mí también "lo fueron", y ya ha llovido...
Publicar un comentario