lunes, 29 de junio de 2009

Coco, de la rebeldía a la leyenda de Chanel

Viernes noche, calle Verdi, reojeo la cartelera cool y guay del cine de esta calle de Gracia, "Bio de Coco Channel..." con alguien que parece Amélie de prota. Una fugaz ocurrencia de que nunca veré esa película se sucede en el segundo de girar la cabeza-ver el cartel-reconocerlo y emitir el juicio sobre mi apetencia.

Sábado tarde, butaca 23 de los cines Icaria, la bio de Coco Chanel en plena pantalla. Ante la ausencia de planes, una pareja amiga exigia v.o.s. para una tarde de cine, y esa peli era el plan menos malo en el país del planificar sobrante, un reino que a veces ocupa lo más destacado de nuestras vidas.

Y acaba siendo una "película del como", aquel talento capaz de mostrar un paradigma, de un argumento insulso, como un largometraje que narrara una sala de espera en un podólogo en la que nadie habla. "Las películas del que" vs. "las películas del como". Es una biografía asimétrica, centrada en 2 años si cabe de una vida. Una biografía mal hecha según los canones.
Una filosofía de la creación subyacente que cree que el desarollo de un detalle cualquiera, sabiamente hipertrofiado, puede dar con el todo. Algo muy obvio, hasta científicamente, que de la parte de algo existen las trazas y el todo, es cuestión solo de saber arrollar o desarrollar esa realidad. Y en una vida o biografía pasa lo mismo, al igual que en cualquier historia o novela. Y hay miles de versiones posibles de toda obra, según como se dispongan las lentes sobre ella.
Normalmente, la mediocridad hace no saber esto y creer que una obra solo puede tener una version posible, entra el miedo, la no confianza, y se acaba cayendo en una "obra del que", unívoca, tensa y fundamentalista con respecto a las obras maestras, y por ende prescindible.

La obra de Anne Fontaine hace abarcable a escala humana una vida de 90 años y 10 mil protagonistas, centrándonos en pasajes que condensen y desnuden toda la parafernalia no
significativa de una vida.
Los inicios de la película no son nada prometedores pero son las víctimas estructurales que bregan el maravilloso despliegue de la segunda parte de la obra. El personaje de Étienne Balsan, interpretado por Benoit Poelvoorde, es merecedor de los mayores reconocimientos, por ser un personaje que no existía hasta encarnarlo el actor, y ya sabéis lo que digo, hay actores que inventan nuevas conductas humanas o algunas extranisimas nada comunes, algo harto difícil reservado a un grupo selecto que no repite escenas de los demás almacenadas en la memoria gestual, que es lo que estamos acostumbrados a ver.
La trinidad de personas decisivas en la vida que se muestra, la de la propia protagonista -no siempre decisiva esta influencia-, la del esposo-protector oficial, y la del amante-catalizador oficial, es el sabroso meollo del filme, y el de sus encajes con la psicología, pasado y futuro de Gabrielle Chanel.
Lo que mas llama la atención de está vida excepcional es el hecho también extraordinario de ninguna atadura, en su deriva vital, a los usos correctos de la época, adelantandose como todo triunfador a los demás en sus tiempos. Tener protector, amante, en cooficialidad y grata relación entre ambos, solo podía fecundar en una vida sofisticada, barroca y nada convencional al resto de los mortales.

6 comentarios:

elnaugrafodigital dijo...

Me quedo eso con las partes para contar el todo. No ha procedido así el autor del libro que acabo de terminar, Luis Garcia Montero, sobre la infancia de Angel Gonzalez. Más de 400 pags y demasiada paja. Pero bueno, salvable, a pesar de todo, pero ni mucho menos rotundo ni redondo.

carmen dijo...

Por qué tanta admiración a Balsan?
Creo que fue un gran motivador para ella. Ella le atraía, él era un puro negociante de la vida... Pero como personaje me interesa más por lo que supone en ella, que le ama cuando no quería amar, y que estaba dispuesta a casarse con él cuando había nacido, claramente, para ser amante y no esposa.
A mí me gustaron mucho los trazos en el apunte del personaje de Cocó Chanel.

Jordi Santamaria dijo...

Admiración al actor que hace de Balsan, Benoit Poelvoorde, cómico belga depresivo y que apunta alto. Me he bajado pelis tanto de él como de la directora Anne Fontaine, ya confirmaré si son dos monstruos grandes o no.
Respecto a Coco, en el inicio de la peli es una arrastrada, interesada y algo puta. Lo que la redime y ensalza es como de ese inicio forzado y muy humilde, en el que todos haríamos parecido, va rectificando su trayectoria a una más que digna indpendencia y autonomía, encima con éxito y triunfo, pero el inicio la hace una mortal más claro.

Jordi Santamaria dijo...

Balsan, por cierto, es un pijo-aristócrata-niño de papa, que cae bien. Algo nada nada fácil :)

carmen dijo...

A mí también me gustó el actor. Y mucho!!!
Cocó siempre daba "puntadas con hilo" , desde el principio...
Pero de verdad que la peli me interesó más que a mis acompañantes amigas...

Anónimo dijo...

Puede que vaya a verla, aunque a mí el cinematógrafo...