Los blogs tienen mucha más costra, mucha más piel, que un libro. Empiezan y acaban cada día, un título hace de epidermis y un desenlace argumental acaba de cerrar su textura. Cuatro párrafos de vida, sucintos como un poema frente a una novela, que intentan ser un organismo recordado. Su título es esa pancarta de lo mínimo, que a veces representa más del 20 % del efecto del post, de igual manera como los ángulos dotan de sentido a un mueble minimalista. El titulador es un aromista, debe extraer la esencia del escrito y encabezarla ahí arriba. Titular mal es una suerte de alopecia lírica, de resignarse a tener escritos calvos y rapados, pudiendo tener un atractivo peinado, o aún peor, el título es ahí donde se nos mira, por primera vez, como unos ojos; el título son los ojos de la cara de una obra, y nadie quiere tener unos ojos color nada.
Un libro tiene 200 veces más miga, su costra son el título, la solapa, el índice si lo tiene. [David Trueba separa la miga en escenas, y así gana costra]. Es una piel mínima, una apariencia escueta, que el autor debe haber alambicado en la travesía de la confección de la obra.
El arte de la sugerencia, es el mismo que rotula tiendas, domina el tente de la poesía, escoge las entradas con el sexo opuesto...
El título son los penalties de la literatura, las jugadas a balón parado.
A veces sólo hay que empujar la pelota y titular con una frase feliz que aparece en el texto, como el día de hoy. En otras hay que exhalar la idea general en alguna frase poética (hoy en corchetes). Y si no, hay que buscar el efecto sorpresa y dar lo que no se espera, un efecto rompedor sin caer en las vanguardias (también buscado entre corchetes). Titular y postear parece una suerte de repostería literaria, pequeños pasteles a ser consumidos.
Nuestro físico no deja de ser un título de nosotros mismos? Aquello que resulta subrayado en las distancias cortas -porque no cabe más en ellas-, aquella esencia de físico y gestos con las que la mayoría de seres encontrados se quedan de nosotros. No es el título esa brevedad que el tiempo deja? El manido interior no entiende de distancias cortas, no le da tiempo a desplegarse, a menos que se vendan tus monografías en kioscos y tiendas. [Buenafuente tiene el interior desplegado en cientos de carpas exteriores, por ejemplo]. Y la brevedad, esa circunstancia de la verdad, no permite leer a todas las personas, así que nuestra librería personal esta llena de títulos. Aunque un lector monobloque de títulos es una especie de tonto o paciente con un síndrome desconcertante. Titúlenme algo hoy en los comentarios, dotemos de costra y empaquetemos con gracia, algunos trozos de nuestras vidas
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
BUSCANDO COMAS...(los suspiros de las palabras)
Titúlando sonrisas...
Me escapo de mis titulares...
Ya te he hecho los deberes.
Mis palabras a tu encuentro...
Camarero por favor, café con leche y un post con chocolate...
Sabadell, 8:30 a.m.
Me dirijo al trabajo como cada mañana pensando en ese café con leche que me haga revivir.
Pido mi café con leche pensando que mi estómago está durmiendo todavía y que ya comeré algo más tarde.
En ese momento aparece el camarero y me sorprende con repostería fina, chocolate en estado puro, se nota que me conoce y sabe cómo hacerme feliz. Y el mundo se para mientras me empacho de esa pequeña joya que me ha preparado para desayunar.
Y pienso..." estoy enamorada de este camarero y quiero desayunar con él cada día, eso sí el menú lo tengo claro, un café con leche y un post con chocolate"...
Publicar un comentario