martes, 27 de mayo de 2014

Polacos


Yo fui varias veces a Eslavia, Polonia, países del Este, con uno de esos follarines empachados, uno de esos hombres que miden el mundo a coños cuadrados, única medida cultural. Él sólo viajaba con la rutina de comer, arreglarse, cenar y salir a cazar pibones eslavos, si era necesario de día tomando cafés en centros comerciales. Si Cracovia, Bratislava o Moscú estuviesen montadas en un parking, le hubiese resultado igual. Su cultura era vaga y llanamente vaginal.
[La leyenda de algunas camisetas para turistas en la rynek menta el mito de las mujeres polacas. Quien visita Polonia se entera del secreto y sólo lo transmite a allegados, como un rito iniciático.]

Esta vez me alojo en casa de un ex-compañero de fatigas bursátiles y abandono mi modo usual de viaje en solitario. Se trata de un holandés orgulloso de serlo, hiperactivo aunque no diagnosticado, capaz de pronunciar 300 palabras por minuto, durante unos cuantos de ellos. Llegó a trabajar en las subastas de stocks en Amsterdam cantando números. Persona dominante, que paseando va tres metros avanzado, gesticula con vehemencia, y hace balance de las mañanas, los meses, en alto informándote con varios adjetivos de ello. Uno cede de primeras ante ese clima de energía chillona y desatada que no cesa nunca. Bonachón, orgulloso de sí más incluso que de su pequeño país, bromista, cosmopolita y granjero, no permite apenas fisuras en el estar acompañado, ya sin mi habitual inercia solitaria y escritora de los viajes.

Vemos la final de la champions en una cueva irlandesa abarrotada y con formas de pub. Entre trogloditas que llaman indios a los atléticos, atléticos maldiciendo a macacos, escaso fútbol, y armarios roperos polacos, tíos que te fostian y te enchinchetan, que yo tengo media hostia con estos polacos. Por las calles hueles y ves el color de la humildad de esta gente, sometida por unos y por otros que pasaban por allí durante siglos. También compruebas ese estar alelados que deja el comunismo, un invento que nadie de la calle entendía, trapero, austero y corrupto. Un estupefaciente made in siglo XX tomado durante décadas.

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