Veo una hormigonera repleta de polvo, fajos de palabras plastificados sin abrir; visito, las obras abandonadas de este blog, pasto de un lejano oeste.
La televisión escupe programas en griego, estoy en las remotas penínsulas de Halkidiki, Macedonia. Siempre me atrajo la Grecia profunda, un viaje a la izquierda y atrás de nuestro centro geométrico.
Como soy muy exigente, volveré de nuevo por quinta vez a Grecia para encontrar a la grecia profunda antes que se acabe y yo no la encuentre.
Puede ser también que llegue a viejo antes y esta golondrina se vaya ligera por unos lustros de vida despistados.
Dicen por ahí que este mundo se creó en un despiste de Dios mientras preparaba el bueno.
Hace poco estuve en la taberna con solera El Pimpi de Málaga. En este mundo los lugares mueren siempre muy pronto, los añejos son una especie en extinción que es patrimonio y se va por una cañería de la nada urbana,
Las iglesias son "los lugares que nunca cambian", cientos de años inmutables, sin apenas un cambio decorativo ni de nada.
La religión hoy en día tendría sentido si fuéramos a esos lugares de siempre y honrásemos a todos nuestros antepasados que nos han legado el mundo. Si tomáramos conciencia de todo lo levantado por ellos y heredado por nosotros. Puede que el sentido último de este gran despiste resida en lo heredado, agradecido y luego legado a los descendientes.
Las iglesias de Grecia son íntimas y oscuras. El país es la gastada suela de Europa, quebrándose por una grieta que ya existía.
Un tsunami se acerca a EEUU y por ende al mundo por una deuda terminal irreversible. Diez millones de francotiradores despistados apuntan a Grecia mientras Kennedy podría llegar a resucitar sin ninguna cámara de por medio
domingo, 10 de julio de 2011
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