Hoy hablaremos del Loser. Del loser profesional. No hay cosa más desagradable en esta vida que ir de triunfador por donde pasas y ser un fracasado desde el día que naciste, con unos genes desgraciados y una palangana en el hospital que ya reflejaba tu pobreza.
El loser profesional es aquel banquero de medio pelo con disfraz de siglo XX y peluco de superhéroe, con olor corporal tirando a agrio. Un tipo obsesionado con el dinero como cifra indicadora para poder tasar, medir, valorar. Todo debe tener una etiqueta. Numérica, matemática, concisa e instantánea. El cero es el demonio, y ellos desde que nacieron fueron mecidos por el rosco. Hay que vender a su padre si es necesario.
Pero a lo que vamos. Disfrázate. Píntate de élite. Lleva trajes caros, corbatas ahogacuellos como pulseras de colores de los esclavos de una prisión, sonríe con tu quijada de titanio, toma viagra para remediar tu impotencia suma, cágate en el water gimiendo en los 2 minutos que te dejan tus jefes para evacuar. Saca más títulos, ten más escudos coleccionables, haz un máster reúnelosers, dale más leña al mono de no tener talento, cubre tu miedo de ser tan poco con poder adquisitivo. Cómprate si quieres un tutor hindú y mediocre que te ponga tiritas a la cagalera. Cómprate una novia sacacuartos, accionista de la silicona de labios y cerebro, que nunca se dejará encular, y por la que pagarás una pensionaza como buen looser.
Pero sobretodo, no dejes de aparentar, no dejes de currarte un currículo, no dejes de creerte grande con tus logros de pacotilla, ostenta tu status, que se vea lo puto esclavo que eres para considerarte un triunfador, que alguien astuto pueda ver tu lengua llena de mierda de tanto culo que lames al día. Ten miedo de los científicos, de los artistas, de esos que te pueden delatar en segundos, y que en un minuto producen realmente lo que tú en un año. Pero sigue tu danza fatua de querer llevar el mejor traje, tú ganas en el concurso de disfraces y tú eres el mayor impostor.
Cavas tu surco de loser día a día.
Nunca serás libre.
jueves, 22 de abril de 2010
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