Hoy hablaremos del Loser. Del loser profesional. No hay cosa más desagradable en esta vida que ir de triunfador por donde pasas y ser un fracasado desde el día que naciste, con unos genes desgraciados y una palangana en el hospital que ya reflejaba tu pobreza.
El loser profesional es aquel banquero de medio pelo con disfraz de siglo XX y peluco de superhéroe, con olor corporal tirando a agrio. Un tipo obsesionado con el dinero como cifra indicadora para poder tasar, medir, valorar. Todo debe tener una etiqueta. Numérica, matemática, concisa e instantánea. El cero es el demonio, y ellos desde que nacieron fueron mecidos por el rosco. Hay que vender a su padre si es necesario.
Pero a lo que vamos. Disfrázate. Píntate de élite. Lleva trajes caros, corbatas ahogacuellos como pulseras de colores de los esclavos de una prisión, sonríe con tu quijada de titanio, toma viagra para remediar tu impotencia suma, cágate en el water gimiendo en los 2 minutos que te dejan tus jefes para evacuar. Saca más títulos, ten más escudos coleccionables, haz un máster reúnelosers, dale más leña al mono de no tener talento, cubre tu miedo de ser tan poco con poder adquisitivo. Cómprate si quieres un tutor hindú y mediocre que te ponga tiritas a la cagalera. Cómprate una novia sacacuartos, accionista de la silicona de labios y cerebro, que nunca se dejará encular, y por la que pagarás una pensionaza como buen looser.
Pero sobretodo, no dejes de aparentar, no dejes de currarte un currículo, no dejes de creerte grande con tus logros de pacotilla, ostenta tu status, que se vea lo puto esclavo que eres para considerarte un triunfador, que alguien astuto pueda ver tu lengua llena de mierda de tanto culo que lames al día. Ten miedo de los científicos, de los artistas, de esos que te pueden delatar en segundos, y que en un minuto producen realmente lo que tú en un año. Pero sigue tu danza fatua de querer llevar el mejor traje, tú ganas en el concurso de disfraces y tú eres el mayor impostor.
Cavas tu surco de loser día a día.
Nunca serás libre.
jueves, 22 de abril de 2010
martes, 20 de abril de 2010
Facebook y metafísica
Recuerdo la facultad de filosofía a la que fui. Un lugar donde formarse en una de las disciplinas más colindante con la precariedad laboral, donde la mayor parte de sus estudiantes pasaban de la propia facultad con futuro más que incierto. O sea, un nido de futuros en negativo.
Esa fue la segunda elección, en la primera facultad a la que fui me borré al segundo día, la UB de Barcelona, y cuando digo el segundo día, fue ni uno más ni uno menos. Días más tarde fui a parar a la comentada en el párrafo anterior.
Pese a compaginarla con Psicología, e incluso empezar Farmacia al final de ellas, de 20 asignaturas posibles iba a clase a una o ninguna. Empecé a hacerme yo mis propias asignaturas a base de ir de biblioteca en biblioteca en horas de clase, y leer y profundizar lo que creía que valía la pena.
Eso chicos fue una putada. A nadie a más que a mí le apetecía ir a la Universidad y aprender y engullir todo el saber posible. Fue una mierda. Dios no existe porque permite que el funcionariado aposentado devore las ilusiones de jóvenes todavía sanos e intactos.
Me equivoqué, y hoy van bastantes. Nadie tampoco me transmitió, que aparte de que en filosofía no había casi salidas, algo obvio, que en las facultades existentes, al menos en mi territorio, yo me iba a pudrir, iba a perder el tiempo, e iba a seccionar mis años de universidad sin sutura.
Luego vino lo de encontrar un catedrático por el que apostar, y que resultó rana, se quiso acostar conmigo, y le dio un toque rosa a la metafísica que la acabó de matar, juas.
Mi carrera de ciencias se queda allí en una vida paralela. Montones de datos empíricos, contrastados, fruto de la comunidad científica, verdadero conocimiento, miles de huesos que roer para una mente con picores cognoscitivos. Una maniobra que ahora a los 33, 15 años después de aquel debut en filosofía de la UB, se hace atávica.
Lenguaje, ciencia, y filosofía oblicua; tres fortunas que a veces han llovido a la vez en mi vida. Sálvame de luxe, Ibrahimovic, Facebook... cotidianeidades que más que huesos que roer para la mente, son patatas grasientas y transgénicas que comemos disponibles a todas horas.
Y qué feliz debe ser aquel científico tímido, con un sueldo la mitad de un comercial inmobiliario, encerrado en el laboratorio diez horas diarias, entre bacterios y platihelmintos, pero sincronizada su mente con lo que de verdad le importa en el mundo.
Esa fue la segunda elección, en la primera facultad a la que fui me borré al segundo día, la UB de Barcelona, y cuando digo el segundo día, fue ni uno más ni uno menos. Días más tarde fui a parar a la comentada en el párrafo anterior.
Pese a compaginarla con Psicología, e incluso empezar Farmacia al final de ellas, de 20 asignaturas posibles iba a clase a una o ninguna. Empecé a hacerme yo mis propias asignaturas a base de ir de biblioteca en biblioteca en horas de clase, y leer y profundizar lo que creía que valía la pena.
Eso chicos fue una putada. A nadie a más que a mí le apetecía ir a la Universidad y aprender y engullir todo el saber posible. Fue una mierda. Dios no existe porque permite que el funcionariado aposentado devore las ilusiones de jóvenes todavía sanos e intactos.
Me equivoqué, y hoy van bastantes. Nadie tampoco me transmitió, que aparte de que en filosofía no había casi salidas, algo obvio, que en las facultades existentes, al menos en mi territorio, yo me iba a pudrir, iba a perder el tiempo, e iba a seccionar mis años de universidad sin sutura.
Luego vino lo de encontrar un catedrático por el que apostar, y que resultó rana, se quiso acostar conmigo, y le dio un toque rosa a la metafísica que la acabó de matar, juas.
Mi carrera de ciencias se queda allí en una vida paralela. Montones de datos empíricos, contrastados, fruto de la comunidad científica, verdadero conocimiento, miles de huesos que roer para una mente con picores cognoscitivos. Una maniobra que ahora a los 33, 15 años después de aquel debut en filosofía de la UB, se hace atávica.
Lenguaje, ciencia, y filosofía oblicua; tres fortunas que a veces han llovido a la vez en mi vida. Sálvame de luxe, Ibrahimovic, Facebook... cotidianeidades que más que huesos que roer para la mente, son patatas grasientas y transgénicas que comemos disponibles a todas horas.
Y qué feliz debe ser aquel científico tímido, con un sueldo la mitad de un comercial inmobiliario, encerrado en el laboratorio diez horas diarias, entre bacterios y platihelmintos, pero sincronizada su mente con lo que de verdad le importa en el mundo.
Reyes de la nada
Insomnio en muy mala noche, sólo a horas de inagurar. Peor timing tiene un cólico a las 3 am en Chicago. Si entonces se pudo, ahora más. Un golpe de esfuerzo más cuando quedan pocos, y van decenas.
Hay un trader tetra-atleta cuyo lema, marca y leitmotiv es: I don´t know where the limit is, but I know where it´s not.
Vaya, un manosearse los abismos, palparse las ultratumbas. No me atrae. Aunque quizás soy tan tonto que hago lo mismo sin proponérmelo. Sí, en el fondo, hago cosas sin marcarme límites, y acabo haciendo lo mismo.
Ésta, la de inagurar una tienda Vom Fass en pleno centro de Barcelona, acelerando de 0 a 100 en dos meses y medio, ha sido una experiencia para ir viendo que ahí no está el límite, más allá tampoco, y a estas alturas quien sabe.
Nada de lo propuesto ha sido, sí acorde con una actitud vital de fondo, pero no planeado y sin entrenos previos. "Si te metes en este embolao" decía hace un par de días mi hermano. Y también, esto ha sido un embolao en toda regla, con volteretas y tirabuzones. Y no quería meterme, tenía en mi cabeza algo ordenado y procesual. Ha acabado siendo épica, una heroicidad gratuita, un desgaste innecesario.
En ese arañarse con los límites, y de forma desprevenida, todo se pone en jaque: salud, sosiego, intimidad, trabajo, pareja... Todo trota, y se tambalea, con ciertos momentos de malabarismo. Por ello se le puede titular equívoco, equí-voco. Y de allí a error hay unos pocos decímetros.
No se buscaba nada de esto, y tampoco se ha podido evitar.
Mañana se abre el telón. Empieza la cara B. Llega el final y el fin de toda esta preparación. Es una especie de examen factual acerca de cuán error es el equívoco en el que estamos metidos. Una ventana de ilusión aún queda medio abierta para que el equívoco sea matriz de lo complejo y todo haya valido la pena. Pero la atmósfera es de maratón sufriente que no quiere acabar, de cierto secuestro de vida no deseado que sigue pidiendo rescate.
Aparte de narrar las cosas, y esperar en el futuro, valdría la pena subrayar mi tendencia a los embolaos. Bonitos, singulares, envidiables desde fuera, hasta encomiables, todos con su equívoco, y todos desmesurados, sin límites, en una aventura patán del que hace puenting con los años. Un tic de la desmesura en los proyectos vitales que acaba pagando su precio, su multa, sufriente y doliente.
Este otro trader, que parece guardar cosas en común con el primero, también llega a lugares donde los otros no llegan, también recibe medallas metales de la vida, tan solemnes como ultravacías, seres coronados en un vasto vacío donde no hay nadie. Somos carne para la soledad, un triste destino amenaza donde se te come la soledad. Una estupidez muy barroca, sofisticada y enrevesada, en que en momentos de esfuerzo vamos apartando a los demás. Llegamos a nuestro mundo elegido, envidiado, olímpico si quieres, y nos quedamos solos allí arriba, reyes de la nada.
Es una estúpida exigencia con nosotros mismos, un tic de seguir sacando siempre dieces, un perfeccionismo fiel que me imagino hace que nos gustemos y diferenciemos, y cierto es que nuestra autoconfianza dudo que alguien la tenga. Todo lo hacemos bien, y si no, nos esmeramos sin límite para hacer las cosas mejor. Somos esclavos de la perfección. Lo de la felicidad y el equilibrio no va con nosotros. Quizás es triste que nos sale sacarle a la vida dieces, en lugar de quererle sacar tranquilidad y felicidad. Estamos atrapados por no se qué trauma que hace que nuestra dignidad dependa del perfeccionismo.
Ojalá esta empresa faraónica sirva para placar futuros esfuerzos masoquistas donde se nos va la mano con la exigencia.
Es toda una pena haber sufrido tanto. Cuando no se quería. Ni se necesitaba.
Los alemanes nos liaron. Nos confundieron.
Y nosotros no supimos ni pudimos parar.
A partir de mañana las cosas pueden ir recuperando sentido.
Y respecto a los errores, una vez hechos, saber que pueden volver a repetirse si no tocamos esa raíz desmesurada y perfeccionista.
Siento el rollete.
Hay un trader tetra-atleta cuyo lema, marca y leitmotiv es: I don´t know where the limit is, but I know where it´s not.
Vaya, un manosearse los abismos, palparse las ultratumbas. No me atrae. Aunque quizás soy tan tonto que hago lo mismo sin proponérmelo. Sí, en el fondo, hago cosas sin marcarme límites, y acabo haciendo lo mismo.
Ésta, la de inagurar una tienda Vom Fass en pleno centro de Barcelona, acelerando de 0 a 100 en dos meses y medio, ha sido una experiencia para ir viendo que ahí no está el límite, más allá tampoco, y a estas alturas quien sabe.
Nada de lo propuesto ha sido, sí acorde con una actitud vital de fondo, pero no planeado y sin entrenos previos. "Si te metes en este embolao" decía hace un par de días mi hermano. Y también, esto ha sido un embolao en toda regla, con volteretas y tirabuzones. Y no quería meterme, tenía en mi cabeza algo ordenado y procesual. Ha acabado siendo épica, una heroicidad gratuita, un desgaste innecesario.
En ese arañarse con los límites, y de forma desprevenida, todo se pone en jaque: salud, sosiego, intimidad, trabajo, pareja... Todo trota, y se tambalea, con ciertos momentos de malabarismo. Por ello se le puede titular equívoco, equí-voco. Y de allí a error hay unos pocos decímetros.
No se buscaba nada de esto, y tampoco se ha podido evitar.
Mañana se abre el telón. Empieza la cara B. Llega el final y el fin de toda esta preparación. Es una especie de examen factual acerca de cuán error es el equívoco en el que estamos metidos. Una ventana de ilusión aún queda medio abierta para que el equívoco sea matriz de lo complejo y todo haya valido la pena. Pero la atmósfera es de maratón sufriente que no quiere acabar, de cierto secuestro de vida no deseado que sigue pidiendo rescate.
Aparte de narrar las cosas, y esperar en el futuro, valdría la pena subrayar mi tendencia a los embolaos. Bonitos, singulares, envidiables desde fuera, hasta encomiables, todos con su equívoco, y todos desmesurados, sin límites, en una aventura patán del que hace puenting con los años. Un tic de la desmesura en los proyectos vitales que acaba pagando su precio, su multa, sufriente y doliente.
Este otro trader, que parece guardar cosas en común con el primero, también llega a lugares donde los otros no llegan, también recibe medallas metales de la vida, tan solemnes como ultravacías, seres coronados en un vasto vacío donde no hay nadie. Somos carne para la soledad, un triste destino amenaza donde se te come la soledad. Una estupidez muy barroca, sofisticada y enrevesada, en que en momentos de esfuerzo vamos apartando a los demás. Llegamos a nuestro mundo elegido, envidiado, olímpico si quieres, y nos quedamos solos allí arriba, reyes de la nada.
Es una estúpida exigencia con nosotros mismos, un tic de seguir sacando siempre dieces, un perfeccionismo fiel que me imagino hace que nos gustemos y diferenciemos, y cierto es que nuestra autoconfianza dudo que alguien la tenga. Todo lo hacemos bien, y si no, nos esmeramos sin límite para hacer las cosas mejor. Somos esclavos de la perfección. Lo de la felicidad y el equilibrio no va con nosotros. Quizás es triste que nos sale sacarle a la vida dieces, en lugar de quererle sacar tranquilidad y felicidad. Estamos atrapados por no se qué trauma que hace que nuestra dignidad dependa del perfeccionismo.
Ojalá esta empresa faraónica sirva para placar futuros esfuerzos masoquistas donde se nos va la mano con la exigencia.
Es toda una pena haber sufrido tanto. Cuando no se quería. Ni se necesitaba.
Los alemanes nos liaron. Nos confundieron.
Y nosotros no supimos ni pudimos parar.
A partir de mañana las cosas pueden ir recuperando sentido.
Y respecto a los errores, una vez hechos, saber que pueden volver a repetirse si no tocamos esa raíz desmesurada y perfeccionista.
Siento el rollete.
sábado, 10 de abril de 2010
O t r o
Acontecer.
Los acontecimientos no están mapeados y muchas veces tienen trampillas y puertas falsas que los convierten en pirámides laberínticas. Empiezas por un camino corto y despejado, que no sé muy bien ni cómo ni cuando hoy es una marabunta de grutas, maleza y espino.
En cien congresos sobre excursionismo empresarial, llegaron a la idéntica conclusión que la aparición de grutas y espino se debía a un mapa viejuno del proyecto. En Tauste dicen que si te pierdeslepreguntesalaLoles.
Mi interior brama contra los teutones. Devuélvanme a mi vida, que era calva en proyectos, pero no se dormía entre maleza. Quien no avisa sí que es traidor, y ustedes se olvidaron de comentarme que mis horas de sueño iban a ser sacrificadas como corderos durante meses, en homenaje a algún dios teutón dedicado a las incompetencias. Danke schön.
Triste llegar a unas coordenadas que escapan frente a un muro de las lamentaciones, cuando ya sabemos que lamentarse sirve para poner un título al fracaso.
Pero entonces, salen los duendes regordetes e hispanos, el de tus padres discutiendo en una esquina, el de Vicenç derribando con la cabeza ese muro alemán, el de Monica curando las heridas del espino y la maleza. Y el SanchoPanza español se levanta con su borrico mecánico, y embiste de nuevo.
Ésta es la historia de una especie de guerra, entre unos alemanes malos y unos españoles tontos, el relato de un empate con juego tenso y tosco, que tal vez pudiera ser el astillero de algo grande, robusto y bello.
Simplemente jode llevarse la peor parte.
Pero todos estos duendes regordetes somos presas que embalsan toda esa energía teutona errónea, como una antimateria de sabor nada agradable pero muy poderosa y mistérica.
El segundo tiempo será o t r o .
Los acontecimientos no están mapeados y muchas veces tienen trampillas y puertas falsas que los convierten en pirámides laberínticas. Empiezas por un camino corto y despejado, que no sé muy bien ni cómo ni cuando hoy es una marabunta de grutas, maleza y espino.
En cien congresos sobre excursionismo empresarial, llegaron a la idéntica conclusión que la aparición de grutas y espino se debía a un mapa viejuno del proyecto. En Tauste dicen que si te pierdeslepreguntesalaLoles.
Mi interior brama contra los teutones. Devuélvanme a mi vida, que era calva en proyectos, pero no se dormía entre maleza. Quien no avisa sí que es traidor, y ustedes se olvidaron de comentarme que mis horas de sueño iban a ser sacrificadas como corderos durante meses, en homenaje a algún dios teutón dedicado a las incompetencias. Danke schön.
Triste llegar a unas coordenadas que escapan frente a un muro de las lamentaciones, cuando ya sabemos que lamentarse sirve para poner un título al fracaso.
Pero entonces, salen los duendes regordetes e hispanos, el de tus padres discutiendo en una esquina, el de Vicenç derribando con la cabeza ese muro alemán, el de Monica curando las heridas del espino y la maleza. Y el SanchoPanza español se levanta con su borrico mecánico, y embiste de nuevo.
Ésta es la historia de una especie de guerra, entre unos alemanes malos y unos españoles tontos, el relato de un empate con juego tenso y tosco, que tal vez pudiera ser el astillero de algo grande, robusto y bello.
Simplemente jode llevarse la peor parte.
Pero todos estos duendes regordetes somos presas que embalsan toda esa energía teutona errónea, como una antimateria de sabor nada agradable pero muy poderosa y mistérica.
El segundo tiempo será o t r o .
lunes, 5 de abril de 2010
Eduardo Laporte encuentra su sitio en el mundo!!
Por fin, el narigudo de San Bernardo se dedica a algo adecuado a su altura. Cocina albondiguitas y lo cuenta en un blog de los suyos. Bravoo Nasooo!
Os paso el link del genialoide patán.
http://estenoeselblogdeferranadria.blogspot.com/
Pronto os deleitaré con mi visión de primera mano sobre la miserabilidad que calza y encubre su personaje biográfico (-qué triste) : D
Primer capítulo: Cayo Jutías o como un déficit de psicomotricidad galopante puede ser encubierto a base de creerse un wanabee personaje. Miserableee! Go and do jogging with casual jeans Brandon!!
Os paso el link del genialoide patán.
http://estenoeselblogdeferranadria.blogspot.com/
Pronto os deleitaré con mi visión de primera mano sobre la miserabilidad que calza y encubre su personaje biográfico (-qué triste) : D
Primer capítulo: Cayo Jutías o como un déficit de psicomotricidad galopante puede ser encubierto a base de creerse un wanabee personaje. Miserableee! Go and do jogging with casual jeans Brandon!!
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