¿Ser o no ser, el único?
He aquí el portal de la pareja no exclusiva.
Va a haber alguien más. Puede haber alguien más. Me abro o no. Pongo vallas a esa posibilidad o las dejo abiertas.
Renuevo cada día mi vínculo o lo doy por hecho.
Lo cierro.
Me disfrazo como en las bodas para arrebatarle seguridad y solemnidad al futuro,
o vivo la intemperie real del presente.
Domestico el amor y lo amancebo o sigo a Joan Garriga y tengo claro que 'sin ti estaría muy bien'. Que yo ya estoy satisfecho con mi propia vida,
que tú no remiendas ningún vacío.
Y que si estás es porque coincidimos aquí y ahora
y nos hacemos crecer mutuamente.
¿Te dejo libre o tu cuerpo es de mi propiedad sexual? ¿Tu intimidad con otras grandes personas será segada por mi dolor, por mi posesividad, por mi egoísmo?
Te quiero tan mía que no te comparto.
Tu hondo placer solo puede ser vivenciado de cerca y tenido por mí. El otro es un hijodep si lo hace, nace odio. Tengo que ser el único, tiene que ser exclusivo.
Es fácil darse cuenta que una pareja cerrada no es el mayor estado evolutivo posible para el ser humano. Que tiene sentido desarrollar la intimidad con una sola persona por cuestiones de tiempo disponible y de confusión si permanecemos completamente libres.
Pero no es una elección consciente.
No cerramos una relaciòn porque haya más amor así, o haya más entrega porque hay más exclusividad. Lo hacenos también culturalmente y porque abrirla es principalmente complicado.
Pero que tengamos que amortiguar la atracción hacia otras personas que surje espontánea sin buscarlo, es antinatural.
Que eso cree conflicto interno también.
Es otra manera de ponerle puertas al mar.
De reprimirme en sacrificio por ti. De castrarnos para que no nos duela.
Porque lo único que se teme es la traición, el abandono, la sustitución, la desatención, desde una desconfianza radical.
Que haya otro me elimina a mí.
Y es así en relaciones que ya no se cuidan, que chocan mucho, que ya no se tratan bien.
Pero no es el caso de personas que sí se cuidan pero no se limitan o obligan a una fidelidad cuasi religiosa.
Si nace perfecto, si ni me fijo en el resto de humanos preciosos que me rodean, ok, pero que no sea una cuestión de miedo a lo que pasará.
Que pueda vivir libre de prejuicios y prealertas al relacionarme, que lo haga desde la confianza en lo que me trae la realidad y la vida,
y no desde lo que está prohibido de antemano o no