¿Existe alguna semejanza entre Napoleón, César o Carlos V, con un metrosexual jugón que triunfa en las discotecas?
La respuesta es sí. El lenguaje nos ha dejado la palabra conquistadores para todos los ligones de guateque o discoteca que consiguen unos besos o algo más con las damiselas que precien. Precien, palabra fea que fija un coste determinado para una meta. Pero estos seductores, e incluyámonos, porque todos los somos en nuestra medida o alcance, sabemos que puede llegar a ser un procedimiento harto sofisticado el conseguir "ocupar el país deseado". Cuanto más difícil es la conquista, mayor será la satisfacción, más grande el disfrute en el preciso momento que se puede decir que hemos plantado la banderita. La ley del deseo nos lleva como un imán a la conquista, y en décimas de segundos hay reuniones y juntas con nuestros generales y comandantes del instinto para encarnar la conducta adecuada que permite ganar metros, porque todos sabemos que es cuestión de avanzar metros y metros, metros hacia adentro porque tarde o temprano se llegará a la meta. Tenemos que consultarnos porque no es cuestión de ser como somos, hemos de sacar nuestra mejor quijada, los movimientos más nureyev que tengamos, la oralidad brillante de Valdano que suele brillar por su ausencia. Y allí el instinto modula y moldea, se pueden ver milagros cuando el que piensa está allí abajo y lo enciende el deseo, el triste destino de un casanova que se vuelve inteligente, sobrio y ejemplar sólo en un antro con humo y gogós, como un esperma mental que se exprime en ese contexto y luego seco no existe allén de los bares. En otros escenarios de no picoteo no hace falta una simulación gimnasta de 10, y podemos soltarnos con mucha menos máscara preciosa, sabiendo que al final todas caen y salen fétidas.
Y es en ese momento, en que la presa, el bellezón, la vela del deseo, el imán irracional de esa exhibición, el foco de esa dulce y maravillosa pasión para el que la vive, se consigue... se ocupa, se conquista, se pisa, se posee por momentos... surge la semejanza con esa erótica del poder, de sentirse poderoso, valorado socialmente aunque sea en un juego de espejos discutibles, sabedor de un trono escenificado por todos aquellos millones de jóvenes que salen por las noches, en la cima, modestamente, sin ostentar, pero consciente del sobresaliente sacado en esta brega y vocación instintiva a la que tantos aspiran y tantos esfuerzos requiere. Una farsa quizás, un sainete más bien, un género doliente y existente, establecido, sólido, y cuya sombra puede resultar la incompatibilidad futura en otros estadios de vida donde el instinto no encuentra los mismos lugares y dilatados procesos.
jueves, 29 de octubre de 2009
Maraña melódica
Hay elementos de una vida que tintinean, episodios sumidos en el olvido recién estrenados, como un juguete nuevo envuelto en el altillo. Eso pasa con muchas canciones o personas, que fueron oídas o conocidas por breves momentos, quizás una vez, y luego se esfumaron porque otros hechos ocuparon su espacio y su tiempo.
Cuando la ruleta de la memoria los evoca, arqueamos una sonrisa por esas criaturas que tintinean, que oscilan entre lo real y la nada, un ser de posibles allí lejos en la entrada. Esta canción es uno de esos náufragos episodios de la vida, criaturas que no les quedó sitio para vivir entonces y sonaron o se vieron un par de veces.
Otoño es época de neblinas, de vahos, humos y parones, psicológicamente hablando, todo se gelifica un poco, sutilmente. Y ya queda menos para llegar a la primera década del siglo XXI, los años 10, porque la actual no tendrá nombre y probablemente ni se mente, por ser eso monopolio de raza periodística y por lo tanto no entrar en las ecuaciones del sensacionalismo ontólogico más depurado. En algún lugar del marasmo secular debemos estar, con su latitud y altitud concreta, aunque parezca que no pasa nada más alla del ruido de la crisis, aunque sea difícil encontrar hechos de medidas suficientes capaces de dar coordenadas. Algo se huele en la recámara, algo parece estar formándose, con lo aventurado que es tirar de pituitaria planetaria, algo sorpresivo claro.
Nunca es malo consultar los asuntos a la música, porque todo esto no deja de ser un gigantesco órgano de resonancias. Oírnos fuera en los sentires de otros, dejar que resuenen nuestras preocupaciones en alguna cámara inspirada y acertada. Poner a prueba nuestras dudas en esos detectores líricos que fluyen, que concluyen, que acaban.
Nuestra corteza musical es una capa de quilates en la azotea que muchas veces olvidamos hacer uso, y ella, a veces se manifiesta, irrumpe, se aparece, y hasta incluso suelta soluciones inconscientes como manejada por una mano ajena, firmando con la palabra maravilla.
Tren hacia Tarragona?
Lírica o química? Tren a las 7 de la mañana hacia Tarragona que desembocará en Santander por los aires. Japón queda bastante más atrás, y el blog sufre hiatos de la historia de mi vida. El blog es un reguero escrito de mi vida, una sola huella lírica de una existencia miles de veces protagonista en el presente, y esfumada luego por los siglos. Hasta la obra de los del club de la posteridad es sólo un álbum de fotos de su vida, que es un bicho mucho más descomunal e inaprensible.
"Tener pluma para", expresión de Umbral para comentar la facilidad de un escritor hacia un estilo o tema, que lo hace característico. Se tiene pluma de una manera determinista, sin opción a cambio, simplemente se da que un servidor hable de metaescritura y de temas filosóficos, y de una manera poco masticada, por ejemplo, aunque se sea consciente, pero prevalece un temperamento expresivo, un carácter de pluma o personalidad gráfica.
Y ahora es el párrafo en el que toca decir algo. Y es hoy que aparece en la mente un personaje de Coque Malla que se propone como meta de vida llegar a viejo, escamoteando penurias y reposando cuestas inacabables. Un antiobjetivo para el evangelio terrenal de la felicidad, para los pulmones de un veinteañero, o para un guión de Hollywood-occidente, pero una forma más que digna de afrontar una supervivencia en la lluvia de palos que es la existencia, sin dejar de amarla,
escrito el 29 de septiembre
"Tener pluma para", expresión de Umbral para comentar la facilidad de un escritor hacia un estilo o tema, que lo hace característico. Se tiene pluma de una manera determinista, sin opción a cambio, simplemente se da que un servidor hable de metaescritura y de temas filosóficos, y de una manera poco masticada, por ejemplo, aunque se sea consciente, pero prevalece un temperamento expresivo, un carácter de pluma o personalidad gráfica.
Y ahora es el párrafo en el que toca decir algo. Y es hoy que aparece en la mente un personaje de Coque Malla que se propone como meta de vida llegar a viejo, escamoteando penurias y reposando cuestas inacabables. Un antiobjetivo para el evangelio terrenal de la felicidad, para los pulmones de un veinteañero, o para un guión de Hollywood-occidente, pero una forma más que digna de afrontar una supervivencia en la lluvia de palos que es la existencia, sin dejar de amarla,
escrito el 29 de septiembre
lunes, 26 de octubre de 2009
Cantabria me pone
Cantabria me pone, para que esconderlo. Ha comenzado un idilio con Santander en esta segunda visita que supondrá estancias futuras y loas líricas a la ciudad.
El cantábrico es lo más vergel que tenemos, el yang del mediterráneo, la superioridad estética de la península. Las estampas que tutelan San Sebastián, Santander, Gijón, son un escenario que uno no puede nunca cansarse de admirarlo. El Orgull y el Igeldo con la isla de Santa Clara en medio, Cimadevilla y la costa de Gijón, y aquí el arenal de Somo en mitad de una bahía hermosa... sencillamente enamoran, ponen. Como Río de Janeiro parecen desafiar al pragmatismo de la historia como anteponiendo lo estético de prioridad al emplazarse. Y aparte, este frescor veraniego, sin sofoco, este tamaño a escala humana y no maquinista como Bcn o Mad, este exilio de las prisas y una cercanía al buen vivir, la hace un rincón en el mundo más que apetecible, Santander seduce y convence.
(escrito el 30 de septiembre)
El cantábrico es lo más vergel que tenemos, el yang del mediterráneo, la superioridad estética de la península. Las estampas que tutelan San Sebastián, Santander, Gijón, son un escenario que uno no puede nunca cansarse de admirarlo. El Orgull y el Igeldo con la isla de Santa Clara en medio, Cimadevilla y la costa de Gijón, y aquí el arenal de Somo en mitad de una bahía hermosa... sencillamente enamoran, ponen. Como Río de Janeiro parecen desafiar al pragmatismo de la historia como anteponiendo lo estético de prioridad al emplazarse. Y aparte, este frescor veraniego, sin sofoco, este tamaño a escala humana y no maquinista como Bcn o Mad, este exilio de las prisas y una cercanía al buen vivir, la hace un rincón en el mundo más que apetecible, Santander seduce y convence.
(escrito el 30 de septiembre)
sábado, 24 de octubre de 2009
Las neveras sociales
No todo lo que se habla y se opina es lo que hay, cada sociedad en su tiempo tiene altillos, cajoneras y neveras donde van a parar temas que no debieran ser tocados. Es un acto colectivo indefinido, sin agentes protagonistas claros, una mente grupal que prefiere obviar y olvidar según que cuestiones. Así, hay un imaginario disponible para un grupo y también un opinario disponible.
El tema de Franco pasó silente unas dos décadas en una meganevera, y apenas se publicaba un libro sobre el tema, o ni siquiera se hablaba del post-franquismo en televisión. Hoy en día tampoco se va a tocar el tema de la poligamia porque es quizás una camiseta social que nos va grande, y está colgada en algún armario de la mente colectiva, hasta que los tiempos nos acerquen la llave de esos futuribles. Como antaño la evolución estilo Darwin pese a ser sugerible, estuvo durante siglos cerrada a cal y canto en alguna buhardilla, como la idea de divorciarse, el uso de profilácticos, o la lucha de clases.
Al igual que el olor del propio pedo no resulta tan desagradable, o la propia mediocridad la vemos como algo especial, nos creemos lo más moderno, innovador y a la vanguardia que ha parido madre, y nos llenamos la boca de las palabras valores y principios, sin caer en la cuenta que somos unos monos en mitad de la cola de esto que es la existencia. Que antes de nosotros decenas de generaciones ya han quedado retratadas con sus sentencias y aberraciones, hechas trizas en el polvorín verificador de la historia, y seguimos oyendo tanto tam tam sentenciador en nuestros tiempos, tanto olvido de la relatividad de lo que creemos frente a los siglos rapapolveros que vendrán y nos ridiculizarán en nuestra rudimentaria y antigua civilización... y está claro que a algo nos hemos de agarrar para transitar, en algo hemos de creer y apostar, pero incluyan algo de suavidad y relativismo, no les de miedo innovar que de ésto se trata el juego al fin y al cabo; y no se olviden de que después de nosotros, usarán el planeta decenas y decenas de generaciones más, dejando atrás estos años dos miles insignificantes y a la vez trascendentales en su modesta medida.
El tema de Franco pasó silente unas dos décadas en una meganevera, y apenas se publicaba un libro sobre el tema, o ni siquiera se hablaba del post-franquismo en televisión. Hoy en día tampoco se va a tocar el tema de la poligamia porque es quizás una camiseta social que nos va grande, y está colgada en algún armario de la mente colectiva, hasta que los tiempos nos acerquen la llave de esos futuribles. Como antaño la evolución estilo Darwin pese a ser sugerible, estuvo durante siglos cerrada a cal y canto en alguna buhardilla, como la idea de divorciarse, el uso de profilácticos, o la lucha de clases.
Al igual que el olor del propio pedo no resulta tan desagradable, o la propia mediocridad la vemos como algo especial, nos creemos lo más moderno, innovador y a la vanguardia que ha parido madre, y nos llenamos la boca de las palabras valores y principios, sin caer en la cuenta que somos unos monos en mitad de la cola de esto que es la existencia. Que antes de nosotros decenas de generaciones ya han quedado retratadas con sus sentencias y aberraciones, hechas trizas en el polvorín verificador de la historia, y seguimos oyendo tanto tam tam sentenciador en nuestros tiempos, tanto olvido de la relatividad de lo que creemos frente a los siglos rapapolveros que vendrán y nos ridiculizarán en nuestra rudimentaria y antigua civilización... y está claro que a algo nos hemos de agarrar para transitar, en algo hemos de creer y apostar, pero incluyan algo de suavidad y relativismo, no les de miedo innovar que de ésto se trata el juego al fin y al cabo; y no se olviden de que después de nosotros, usarán el planeta decenas y decenas de generaciones más, dejando atrás estos años dos miles insignificantes y a la vez trascendentales en su modesta medida.
miércoles, 21 de octubre de 2009
Jemaa-el-Fna
Vuelta de Marrakesh. Regreso de lo sórdido, de la meca de lo pintoresco, de calles que aún contienen los siglos anteriores al XX, un reino bizarro de lo medieval-tecnologico. Calles de tierra y wifi en los zocos, carros de asnos y boeings sobrevolándolos.
La plaza Jemaa-el-Fna bien merece su viaje, te invade, te para, ese bullicio tan antioccidental en una estepa pavimentada enorme. Todo es diferente, y se te aparece en danza, sin avisar, por la espalda de las cosas. Y es hostil, la plaza, las calles, el país... Uno no puede acabar de sentirse en paz viajera, un elemento incómodo disperso en el ambiente: en los colores, olores, mirada de la gente, la fiereza que se ve en muchos detalles. Marruecos tiene las ojeras pintadas de negro, y la voz fuerte y seca. Te reflejas en sus ropas antiguas y sus pies descalzos ennegrecidos y te chirría tu contemporaneidad, eres un pasajero discordante.
Pero el viaje llega cerca del corazón de lo exóico, que rezuma en todas partes, a hora escasa de vuelo de la península. Es otro mundo sí, mucho más que Japón, que sí que es otra cultura, pero el mismo mundo. Y es un lugar seguro, cuando no tendría por qué serlo cuando aparecen personajes con bermudas con poderes adquisitivos 10 o 20 veces mayor. Y uno sospecha que es por los usos, las costumbres, la moral que aquí aún se vive y predica. La religión no cabe decir que está viva, a veces como en el medievo, como bien denotan los alaridos de los mulás cinco veces al día, campanas del pulso cotidiano. Las mujeres no enseñan pechera, ni siquiera la cara algunas, y robar, como que está mal visto claro. Los lugares más peligrosos y pervertidos del planeta suelen estar en el mundo occidental vecinos de grandes fortunas.
Jardines andalusíes, patios de baldosines de colores, plazas apocalípticas de circo, alaridos por las calles de los mulás, babuchas y chilabas, taginas y especies, zocos y murallas, todo eso con polvo, suciedad inevitable, vendedores tabarras, y una ciudad que te mira hostil detrás de la bienvenida.
Un trato justo, marroquí y más que repetible. A bientôt
La plaza Jemaa-el-Fna bien merece su viaje, te invade, te para, ese bullicio tan antioccidental en una estepa pavimentada enorme. Todo es diferente, y se te aparece en danza, sin avisar, por la espalda de las cosas. Y es hostil, la plaza, las calles, el país... Uno no puede acabar de sentirse en paz viajera, un elemento incómodo disperso en el ambiente: en los colores, olores, mirada de la gente, la fiereza que se ve en muchos detalles. Marruecos tiene las ojeras pintadas de negro, y la voz fuerte y seca. Te reflejas en sus ropas antiguas y sus pies descalzos ennegrecidos y te chirría tu contemporaneidad, eres un pasajero discordante.
Pero el viaje llega cerca del corazón de lo exóico, que rezuma en todas partes, a hora escasa de vuelo de la península. Es otro mundo sí, mucho más que Japón, que sí que es otra cultura, pero el mismo mundo. Y es un lugar seguro, cuando no tendría por qué serlo cuando aparecen personajes con bermudas con poderes adquisitivos 10 o 20 veces mayor. Y uno sospecha que es por los usos, las costumbres, la moral que aquí aún se vive y predica. La religión no cabe decir que está viva, a veces como en el medievo, como bien denotan los alaridos de los mulás cinco veces al día, campanas del pulso cotidiano. Las mujeres no enseñan pechera, ni siquiera la cara algunas, y robar, como que está mal visto claro. Los lugares más peligrosos y pervertidos del planeta suelen estar en el mundo occidental vecinos de grandes fortunas.
Jardines andalusíes, patios de baldosines de colores, plazas apocalípticas de circo, alaridos por las calles de los mulás, babuchas y chilabas, taginas y especies, zocos y murallas, todo eso con polvo, suciedad inevitable, vendedores tabarras, y una ciudad que te mira hostil detrás de la bienvenida.
Un trato justo, marroquí y más que repetible. A bientôt
martes, 13 de octubre de 2009
En pocas palabras [Ahorro o muerte]
La nueva medida, tras 50 años de gobierno del régimen político comunista en la República de Cuba, es el complejo plan: "Ahorro o muerte". Así se llama la última medida implantada. No se llama "tecnificación de infraestructuras y disposición de planes ergonómicos para la industria...". Se llama "ahorro o muerte". Y consiste en eliminar mitos propios del régimen comunista como la cartilla de racionamiento, comedores laborales, etc.
Tras 50 años de clamar revolusión de ideales cada día, en el año 51 la realidad es: ahorro o muerte.
Tras 50 años de clamar revolusión de ideales cada día, en el año 51 la realidad es: ahorro o muerte.
lunes, 12 de octubre de 2009
Pues con algo en la cabeza
Debe haber amontonada una pelusa esférica de temas pendientes en medio de mi cabeza, hebras y briznas perdidas de asuntos a los que les sentaría bien un ventilador de voz para desatascarlos un poco. Voy a escribir en ventilador lírico sobre briznas de cosas, ahí va...
Las películas de época chirrían en lo impoluto que parece todo: limpias calles, uniformes impecables, palacios perfectos, clase baja como arreglada para el film. Luego sales a tu calle de metrópolis futurista, y te chirrían las desperfecciones de lo moderno: paredes desconchadas, chicles en las aceras, basura manifiesta, vestimentas descompasadas. Te invade una atmósfera de Blade Runner, de modernidad corrupta, de umbral urbano apocalíptico, que es fruto exagerado de la mitología hollywoodiense. Existe esta mitología en pleno siglo XXI, como buena perversión de los raíles cabales de las cosas: el amor perfecto y poco sudado, la belleza-fachada sibilina en todo, la magnificación de lo esplendoroso y refulgente como vida en fuegos artificiales... iluminan las pupilas en los cines de millones de almas, e inoculan la creencia en la Vidabonita.
Hoy en día se podría formar otro polo cinematográfico que plantase cara al monopolio masificado made in Hollywood. Otro sello, marca, nombre, foco, con posible sede en Europa, que aglutinase a varios directores y productores reputados, que se distancian de la sociovisión de esa mitología imperante. Importa tener un núcleo productivo, pues facilita las creaciones, las ayuda a reconocer y crea consumidores fieles, sea racional o irracionalmente. Una futurible "ACME" frente a la clásica "Hollywood", con sede, estudios, premios y demás, podría hacer que mucha gente se desheredase de consumir historias hollywoodienses y hasta darse cuenta que ellos tampoco eligieron esa fidelidad.
Y tras mucha pelusa encaprichada en hablar de cinematografía, quiero mentar y reconocer a esas personas anónimas y modestas que labran blogs semana a semana, con intención de que sus palabras sean percusión y trabajo para mejorar el estado de las cosas. Que intentan abrir zanjas y caminos, porque de nada sirve hacer pasar/leer a la gente por caminos manidos, es más una neurosis quien hace repetir a la gente conductas requetedichas, como quien se rasca, como quien tiene un tic. Sin originalidad no hay cambio, ni superación, ni seducción. Y de las pocas interlocutoras de este blog, Carmen es una de ellas, que se esfuerza por hacer llegar mensajes trabajados, sentidos en alambique de experiencia, y saliéndose del camino heredado.
Las películas de época chirrían en lo impoluto que parece todo: limpias calles, uniformes impecables, palacios perfectos, clase baja como arreglada para el film. Luego sales a tu calle de metrópolis futurista, y te chirrían las desperfecciones de lo moderno: paredes desconchadas, chicles en las aceras, basura manifiesta, vestimentas descompasadas. Te invade una atmósfera de Blade Runner, de modernidad corrupta, de umbral urbano apocalíptico, que es fruto exagerado de la mitología hollywoodiense. Existe esta mitología en pleno siglo XXI, como buena perversión de los raíles cabales de las cosas: el amor perfecto y poco sudado, la belleza-fachada sibilina en todo, la magnificación de lo esplendoroso y refulgente como vida en fuegos artificiales... iluminan las pupilas en los cines de millones de almas, e inoculan la creencia en la Vidabonita.
Hoy en día se podría formar otro polo cinematográfico que plantase cara al monopolio masificado made in Hollywood. Otro sello, marca, nombre, foco, con posible sede en Europa, que aglutinase a varios directores y productores reputados, que se distancian de la sociovisión de esa mitología imperante. Importa tener un núcleo productivo, pues facilita las creaciones, las ayuda a reconocer y crea consumidores fieles, sea racional o irracionalmente. Una futurible "ACME" frente a la clásica "Hollywood", con sede, estudios, premios y demás, podría hacer que mucha gente se desheredase de consumir historias hollywoodienses y hasta darse cuenta que ellos tampoco eligieron esa fidelidad.
Y tras mucha pelusa encaprichada en hablar de cinematografía, quiero mentar y reconocer a esas personas anónimas y modestas que labran blogs semana a semana, con intención de que sus palabras sean percusión y trabajo para mejorar el estado de las cosas. Que intentan abrir zanjas y caminos, porque de nada sirve hacer pasar/leer a la gente por caminos manidos, es más una neurosis quien hace repetir a la gente conductas requetedichas, como quien se rasca, como quien tiene un tic. Sin originalidad no hay cambio, ni superación, ni seducción. Y de las pocas interlocutoras de este blog, Carmen es una de ellas, que se esfuerza por hacer llegar mensajes trabajados, sentidos en alambique de experiencia, y saliéndose del camino heredado.
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